🔹 Julián es el mayor del grupo, un líder valiente y responsable que protege a sus amigos.
🔹 Dick es el hermano menor de Julián, un bromista simpático al que le encanta comer.
🔹 Ana es la más pequeña, una niña ordenada y amable que a veces tiene miedo pero siempre ayuda.
🔹 Jorge es una chica que prefiere ser un chico, con un carácter fuerte, valiente y algo terco.
🔹 Tim es el perro fiel de Jorge, un compañero inteligente y valiente que siempre está a su lado.
Los Cinco
Aventura en la isla de Kirrin
Julián, Dick, Ana, Jorge y Tim estaban juntos de nuevo y se habían ido de excursión a la isla de Kirrin. Tenían todo el día por delante, bajo un cielo azul infinito y un sinfín de posibilidades.
-Se me ocurre algo – dijo Julián decidido.
- ¿Por qué no nos dedicamos a jugar hoy? Hemos vivido un montón de aventuras y nos hemos metido en muchos problemas últimamente, así que hoy vamos a divertirnos.
Los Cinco asintieron con la cabeza.
¡El de hoy sería un día sin misterios!
¡Iban a pasarse el día jugando al escondite!
Jorge fue la primera en levantar la mano. Le encantaba ser el centro de la diversión. Tim, el perro, también levantó la pata, y los demás se rieron.
-Uno, dos, tres,… -empezaron a contar.
Jorge corrió a esconderse. La isla de Kirrin estaba llena de escondites. Y también era genial para jugar.
-Dieciocho, diecinueve, veinte…gritaron Ana, Dick y Julián, y Tim, que ladró muy alto.
-El que no se ha escondido tiempo ha tenido.
Julián, Dick y Ana miraron por todas partes.
-¿ Dónde puede haberse metido?- se preguntaban.
No había ni rastro de Jorge. Y no tenían ni idea de dónde podía haber ido.
Dick buscó en las ruinas del viejo castillo. Los cuervos le llamaban con sus graznidos – ¡Craa, craa,craa!-, pero Jorge no estaba allí.
Ana buscó a conciencia en la playa. Pero solo encontró conchas y sus propias huellas.
Dick y Ana se reunieron con Julián.
-Jorge es muy bueno escondiéndose – afirmó Dick, y los otros dos asintieron.
Julián miró entre los arbustos. Miró todo a lo largo y a lo ancho tan lejos como pudo.
Y entonces, vio algo!
-Allí, en el camino que baja a la playa!- gritó.
- ¡Huellas!
-¡Un ancla! – dijo Dick.
-Y un par de zapatos – añadió Ana.
- Jorge debe de haberse ido en el bote – concluyó Dick.
- Es muy bueno remando – les recordó Ana. – Así que no hay de qué preocuparse.
Julián dio una palmadita.
-¡Este juego se ha vuelto de lo más interesante! Julián fue el primero en coger la bici. Ana y Dick le siguieron. Y también Tim, que corría junto a Julián.
El camino no era fácil. Aceleraron en el Prado Florido y alrededor de la playa, con el viento soplando y Tim ladrando como loco. ¡A Dick le costó especialmente subir la colina!
Entonces, apareció una nube en el cielo que cubrió la isla.
El aire se volvió frío. Dick, Julián y Ana miraron hacia arriba a la vez. La sombra se extendió sobre toda la isla.
Dick fue el primero en notar un destello que procedía del viejo faro.
¡Era Jorge! Estaba allí, en lo más alto, y les estaba haciendo señales. Les estaba enviando un mensaje con un código especial.
Luz. Oscuridad. Luz. Oscuridad.
Julián, Dick y Ana se sentaron para descifrarlo.
¡Ya sabían lo que les quería decir!
-¡Id a la playa! ¡Ahora mismo! ¡Una cantera!
Nada podía detenerlos.
Julián, Dick, Ana y Tim pasaron volando junto a las ovejas y las vacas, y dejaron atrás a los conejos en sus madrigueras, cruzando toda la isla.
¡Estaban en plena competición! Mientras tanto, Jorge estaba en el bote, remando tan rápido como podía.
Odiaba los días tranquilos.
Una cantera era mucho más divertida que jugar al escondite, y le permitía provocar olas que llegaban hasta las rocas antes de golpearlas y romper contra ellas. ¡Estaba teniendo que remar muy deprisa para ganar a los demás con sus bicis! De pronto, vio la playa.
Pero ¡también vio a sus amigos! Desembarcó más rápido que nunca.
Ya estaba.
Los Cinco llegaron a la vez, lo que provocó una montonera de brazos y piernas, y Tim se subió sobre ellos.
Cuando recuperaron el aliento, se dieron cuenta de que Tim estaba ladrándole a algo en la arena. Julián empezó a desenterrarlo.
-Mira, Ana, es la sandalia que perdiste – le dijo.
Tim corrió hacia otro lugar.
Los demás ayudaron a excavar mientras Tim les indicaba dónde debían buscar.
¡Un tesoro enterrado de verdad! La montonera de después de la cantera había removido la arena y dejado al descubierto todo tipa de objetos perdidos durante sus aventuras.
También encontraron una caja de madera que ninguno reconoció. Julián la abrió y, en el interior, ¡encontraron un mapa de la isla de Kirrin! Y justo en el lugar en el empezaron al jugar al escondite, había una gran X marcado en rojo.
-¡Un mapa del tesoro! – gritó Jorge.
¡El de hoy había sido un día realmente especial!
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